¿EL CONSUMO RESPONSABLE PUEDE SER UNA ACCIÓN POLÍTICA?

17.08.2021

No nos cabe la menor duda: el consumo es un acto político. Claro que no tratamos de decir que pueda sustituir a cualquier otra forma de participación política, pero sí que nuestras elecciones cotidianas de compra tienen una influencia directa sobre la marcha de la economía y el mundo en el que nosotros y futuras generaciones vayan a vivir. ¿Puede haber algún ámbito más político y poderoso?

Si lo piensas bien, es casi mágico. Sencillas y aparentemente mínimas decisiones sobre qué como, la ropa que llevo o con qué limpio mi hogar, sumadas a las decisiones de millones de personas más, pueden transformar la realidad contribuyendo a una economía y modelos de vida asociados a consideraciones mediambientales y de justicia social.

Del Consumo al Consumismo

El consumo es una actividad humana necesaria. Es preciso el consumo de agua y alimentos, de vestidos, de entretenimiento, etc. Pero este "consumo" ha transita en nuestra sociedad de ser un acto humano necesario para la vida hacia un extremo conocido como "consumismo" donde el afán de consumir no tiene límites y no se satisface nunca.

El consumismo transforma a las personas en pequeños engranajes de una maquinaria que nos reduce a "clientes." Nos arrastra hacia patrones de conductas que fomentan el consumo excesivo y acrítico, y pone nuestro tiempo y dinero al servicio de un ciclo económico y de producción que busca la acumulación y el enriquecimiento ignorando los límites de la naturaleza y los propios derechos humanos.

No sería el consumo sino el consumismo el que agranda la brecha y la ruptura entre la sociedad y la naturaleza, el que pone en peligro la sostenibilidad ambiental y el futuro de las nuevas generaciones.

El consumo responsable y consciente

Cada vez son más lxs consumidorxs qué tienen una genuina preocupación por lo que está pasando a su alrededor, son más quienes las personas que abren los ojos ante las auténticas causas de los problemas sociales y ambientales que estamos viviendo y son más también quienes comprenden el rol que les toca jugar desde sus decisiones de compra para detener la complicada maquinaria económica que está produciendo estos problemas. Este despertar es el consumo responsable: ser consciente sobre las decisiones de consumo que tomas en tu vida cotidiana.

Según el Colectivo ConSuma Responsabilidad y su Guía de un Consumo Responsable y Solidario, el consumo responsable tendría tres dimensiones:

El Consumo Ético, donde principios y valores son introducidos como criterios que influyen en las decisiones de compra y donde la "austeridad" es entendido como un valor en su relación con la "reducción" que se promueve dentro del consumo ecológico.

El Consumo Social o Solidario -en el que entraría el comercio justo- entran en consideración las relaciones sociales y condiciones laborales en las que se ha elaborado un producto o se ha producido un servicio.

El Consumo Ecológico qué incluye las famosas "Rs" del movimiento ecologista (por este orden: Reducir, Reutilizar y Reciclar) y otros elementos imprescindibles como la agricultura y ganadería ecológica, la producción local y artesanal, etc.

No se puede dejar de consumir, pero sí se puede consumir de forma diferente para evitar en lo posible caer en el consumismo. Para ello es necesario informarse sobre el origen de los productos; pensar sobre cuáles son las repercusiones sociales y ambientales en la producción de bienes y servicios que adquirimos; reflexionar sobre qué cosas necesitamos realmente, y; diferenciar el entre el precio y el "valor" de un producto antes de efectuar una compra

Sumarse a un consumo más responsable

El consumo responsable es una tarea difícil, pero no imposible. No se puede dejar de consumir, pero sí se puede consumir de forma diferente para evitar en lo posible caer en el consumismo. Conviene no agobiarse, piensa que transitar hacia un consumo responsable es un proceso en continua construcción, una dinámica de pequeños cambios que irás introduciendo y que poco a poco te permitirá ir transformando conductas y hábitos desde tu espacio cotidiano, a tu propio ritmo y dentro del contexto en el que actúes.

Para entrar o proseguir en esta dinámica de cambio, un paso esencial es acceder a la información -no siempre fácil- sobre el origen de los productos, sobre cómo se han producido los bienes y servicios que adquirimos y cuáles son las repercusiones sociales y ambientales que acarrea. Un consumo consciente requiere también reflexionar sobre qué cosas necesitamos realmente, diferenciar entre "precio" y "valor" de un producto antes de efectuar una compra. Recuerda: en qué gastamos nuestro dinero determina cómo se hacen los negocios, qué productos y servicios se ofrecen y en qué condiciones son producidos.

Como en tantas otras cosas, el granito de arena que aportamos con nuestras decisiones de compra no es bastante para producir macro-cambios pero si es imprescindible para avanzar hacia ellos. No debemos menospreciar el impacto de nuestras decisiones y de los pequeños cambios de conductas, si estos se suman a otros pequeños cambios en millones de otras personas. Para nosotrxs, el consumo consciente - o la conciencia sobre el consumo- es claramente un acto político que nos permite pensar y actuar en clave de cambio y transformación.

Y tú qué opinas, ¿el consumo es un acto político para ti?